Cuando un extranjero tiene que mencionar algo que sea típico de España siempre se resume a la famosa paella, a la sangría, a los toros o a la playa. Vale, no fallan, pero creo que se quedan en la monda. Y creo que es más por la falta de tiempo y sobre todo por visitar España en tiempo de verano. Pienso que si lo hicieran en invierno, y sobre todo, conocieran muchas zonas de la vieja y fría Castilla, seguro que dirían que lo más grande que hay en España en es el churro. Y es que soy un enamorado de este producto y por eso no tengo ninguna duda en gritar a los cuatro vientos que “I love churros”.
Solo hay que dar una vuelta por muchos pueblos de España para comprobar la importancia que tiene este producto en la cultura. Y es que es de esos alimentos que van asociados a grandes momentos de nuestra vida. Sin ir más lejos, el otro día leía en un artículo de prensa, por cierto bastante interesante, que hay muchos pueblos de España que ya no tienen apenas servicios, por eso, una empresa de churros ha decidido hacer una visita al menos una vez a la semana para alegrar a sus vecinos. No veas la de colas que se hacen. Y es que el churro forma parte del ADN de los españoles. Seguro que si cierras los ojos, recuerdas un montón de situaciones en la que has estado con un churro en la mano. Y encima, suelen ser grandes momentos.
En mi caso yo siempre recuerdo las fiestas de mi pueblo y la famosa chocolatada que hacíamos el domingo por la mañana. Como se celebraban en diciembre, pues oye, lo mejor era un buen vaso de chocolate con churros a eso de las 9 de la mañana. Y era una reunión a la que iba todo el pueblo. Los mayores, recién levantados, se juntaban con los jóvenes, que llegaban de fiesta. Mientras que los de mediana edad lo que hacían era ir con sus hijos. Así, en la plaza del pueblo nos juntábamos hasta cuatro generaciones. Qué tiempos aquellos. Por desgracia cada vez quedamos menos, pero es cierto que es una tradición que se intenta mantener en mi pueblo.
Y es que los churros han sido una parte muy importante en mi vida desde que tengo uso de razón, bueno mejor dicho desde que tengo memoria. Porque aunque pueda sonar raro, recuerdo que cuando era niño, mi abuela solía llevarme a una pequeña churrería que había en el barrio de Las Delicias en Valladolid. Ahí, comprábamos siempre 10 churros calientes y crujientes que estaban bañados en azúcar. Por eso yo ahora siempre digo que me echen ese chorrito dulce por encima. Recuerdo como mi abuela siempre me decía que había que compartir, pero para que ella comiera más.
Todas las épocas del año
Con el paso de los años, en mi familia los churros se convirtieron en una tradición en todas nuestras celebraciones. Ya fuera en cumpleaños (aunque fuera en verano), Navidad o cualquier otro evento especial, siempre había una bandeja de churros recién hechos esperándonos. Era genial porque mi hermana siempre cuenta que su despedida de soltera fue comiendo churros con chocolate y viendo la película Ghost. Un poco triste, pero divertido.
La verdad es que pienso que los churros eran como lo que nos unía. Y es algo que ha seguido años después, porque os puedo poner más situaciones. Aquellos nietos fuimos creciendo y hemos celebrado bodas, graduaciones y nacimientos…pero siempre con churros.
Y ojo, que esto ya puede ser lo más fuerte, pero os juro que es verdad. Incluso en los momentos más tristes, como funerales, en concreto el de mi abuela, el churro ha estado presente. Para nosotros son uno más de la familia. Bueno, la obsesión fue tan grande que llegamos incluso a pensar en comprarnos una máquina de hacer churros que vimos en la web de Tecno Churros. La verdad es que tienen obras de arte para hacer churros o porras, pero finalmente pensamos que es mejor que otros lo hagan para nosotros y cumplir con toda la liturgia.
En resumen, para mí, los churros no son solo un postre, son un símbolo para mi familia. Un símbolo de amor, de unidad y de felicidad, algo que ahora se echa tanto de menos en las familias actuales que todas van a lo suyo y no tienen tiempo para quedar. No sé lo que pasará en el futuro, pero tengo claro que estos alimentos tan ricos siempre serán una parte esencial de mi vida. ¿Os apetece uno?