Instalar una caja fuerte en casa, ¿es necesario?

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No lo es, pero puede serlo. Disponer de una caja fuerte en la vivienda no tiene porqué parecer una extravagancia. Al contrario, puede indicar que estamos ante personas cautelosas que protegen sus bienes. La mayoría no somos poseedores de cosas de mucho valor o guardamos fortunas de dinero bajo el colchón. Sin embargo, eso no quiere decir que no estemos en posesión de objetos que para uno tienen gran valor. Ante la sola idea de pensar en perder ese objeto podemos entrar en pánico, por lo que tener un lugar seguro para guardarlo, no es una mala idea.

Tener una caja fuerte siempre puede resultar útil. Tanto para guardar esos objetos tan preciados como documentación importante o incluso, las llaves de un coche o vivienda que utilizamos de forma puntual. Guardar ese tipo de objetos en lugar seguro, garantiza que siempre sepamos donde se encuentran y no corren riesgo de pérdida.

En definitiva, todos somos poseedores de algún objeto de valor. Dinero, joyas, documentos o algún bien preciado que merecen un lugar seguro para ser guardados. Puesto que encontrar una buena caja fuerte que se ajuste a nuestras necesidades puede no resultar una tarea fácil, hemos acudido a nuestros amigos de Cajas Fuertes Online para que nos muestren y demuestren, todo lo necesario para encontrar la mejor caja fuerte. En su tienda online, hemos descubierto una gran variedad de cajas fuertes. Desde cajas empotradas en la pared, hasta estas cajas fuertes de sobreponer.

Para elegir la caja fuerte adecuada hay que tener en cuenta lo que hay se va a introducir en ella. En función de los objetos y el posible riesgo al que se puedan enfrentar, es más sencillo optar por una caja u otra. No es lo mismo guardar una pequeña cantidad de dinero que miles de euros junto a un montón de joyas o documentación importante. Tampoco es lo mismo protegerlo de un ladrón que de un posible incendio.

La seguridad es un grado (o varios)

Aunque las cajas fuertes se remontan, al parecer, a los tiempos de Egipto cuando ya se advertía el gusto por lo ajeno y los faraones mandaban construir cajas de seguridad primitivas, no fue hasta el siglo XIX que se concibió la que fue considerada primera caja fuerte. Su inventor, Alexandre Fichet, creó un mecanismo que resistía todo tipo de elementos, junto a un tipo de cerradura que suponía un hito en la protección.

Los mecanismos han ido evolucionando, las cerraduras también y, la seguridad de las cajas fuertes ha ido ascendiendo en el escalafón, ganando grados que hacen la diferencia de la protección que ofrecen. A la hora de elegir el tipo de caja fuerte que necesitamos para nuestro domicilio particular o pequeña empresa, podemos tener en cuenta una serie de criterios. El primero de ellos, hace alusión a los grados de seguridad que ofrecen. Este criterio, como cabe sospechar, hace referencia al nivel de resistencia que ofrecen ante los posibles intentos de manipulación y acceso que no han sido autorizados. Así, podemos encontrar los siguientes grados:

  • Grado S1. Estas cajas fuertes, ofrecen una protección básica frente a los intentos de robo. Son aptas para proteger documentos y objetos de valor moderado. Recomendables en un entorno doméstico en el cual no existe un gran riesgo de robo.
  • Grado S2. Poseen un nivel de seguridad superior a las S1, su protección es más robusta.

Aunque lo más adecuado es atender a los niveles de seguridad establecidos por las normas UNE EN 1143-1 que se encargan de los requisitos, método de ensayo para confirmar la resistencia y otros elementos como cámaras y puertas acorazadas. Determinando los siguientes grados de seguridad de las cajas fuertes:

  • Grado 0. Que ofrece una seguridad básica frente a ataques sencillos y poco especializados. Son equiparables a los grados citados y habituales en las viviendas.
  • Grado I. Este nivel de seguridad proporciona protección estándar frente a intentos de apertura con herramientas. Este es el grado de seguridad adecuado para todo tipo de caja fuerte.
  • Grado II. Los modelos de caja fuerte que disponen de este grado de seguridad, ofrecen una seguridad mejorada. Igual que las anteriores, suelen ser las más adecuadas para domicilios particulares o pequeños negocios en los que se cuenta con objetos de mayor valor.
  • Grado III. Se trata de un nivel más avanzado que ofrece una protección más alta ante los ataques con mayor elaboración. Se fabrican con materiales más resistentes como el acero, hormigón o la fibra de vidrio. De gran utilidad para guardar objetos valiosos con la seguridad de que nadie podrá acceder a ellos.
  • Grado IV. Tanto las cajas de grado III como estas, no son habituales en los hogares. Se trata de cajas fuertes diseñadas para negocios muy concretos. En este caso hablamos de las cajas fuertes ideales para joyerías, administraciones de lotería o bancos, entre otros.
  • Grado V y VI. Estas cajas fuertes cuentan con los niveles de seguridad máximos y disponen de las medidas de seguridad más sofisticadas, algo que no se encuentra en las viviendas particulares, salvo excepciones.

Cierre e instalación, igual de relevantes

Otra manera de elegir la caja de seguridad adecuada es basarse en el tipo de cierre o la instalación necesaria. Aunque verdaderamente, lo mejor es tener en cuenta los tres factores antes de elegir una. El tipo de cierre es crucial para determinar cual es nivel de accesibilidad y seguridad que posee la caja. En función de los tipos de cierre podemos encontrar los siguientes modelos:

  • Método tradicional por excelencia. Un cierre con cerradura que utiliza una llave para poder acceder a la caja es lo más fácil de encontrar en el mercado. Se trata de una opción segura, pero el cuidado de las llaves puede suponer un problema debido al riesgo de pérdida.
  • Combinación mecánica. Estas cajas son las que más hemos visto en nuestras series preferidas, necesitan un dial o rueda para introducir el código numérico predeterminado. La seguridad que ofrece este sistema es considerable pero también implica un mayor tiempo invertido para el
  • Combinación electrónica. Aquí llega la evolución. De lo analógico a lo electrónico. En la actualidad este es uno de los cierres más habituales. El acceso a las cajas fuertes de este tipo requiere de la introducción de un código numérico mediante un teclado electrónico. Para aumentar su seguridad se combina con otro método para dificultar la apertura a los delincuentes.
  • Cierre biométrico. La biometría suele ser el segundo factor para acompañar al cierre electrónico anterior. Cada vez es más frecuente que los cierres utilicen las huellas dactilares, el reconocimiento facial o el escaneo de la retina para permitir el acceso. Algo que en la realidad es mucho más complicado que lo que muestran las películas.

A razón de la instalación es posible encontrarse con algunos modelos diferentes de caja fuerte. Esto ya es un factor determinante basándose en los gustos de cada uno y las características del lugar en el que se va a instalar. Así, diferenciamos en:

  • Cajas fuertes camufladas. Como su nombre indica, se trata de cajas que se integran con facilidad en el entorno doméstico, emulando un objeto cotidiano. Esta alternativa ofrece un nivel mayor de seguridad por la discreción.
  • Cajas empotradas. Directamente instaladas en la pared o el suelo. Se trata de una solución discreta y atractiva a nivel estético pues no se ve ni modifica la decoración. Basta con poner un objeto delante para disimular su ubicación.
  • Caja ignifuga. Su diseño está preparado para proteger el contenido de la caja del fuego. Este tipo de modelos se fabrican con materiales que resisten al calor y ofrecen absoluta protección para documentos y dinero en efectivo en caso de incendio.

Estos son todos los criterios y opciones que hay que valorar a la hora de adquirir una caja fuerte. El mercado ofrece infinidad de modelos que hacen posible encontrar una caja fuerte para cada necesidad. Además de considerar estos aspectos, hay que tener presente que siempre será mejor contar con una homologación para la caja fuerte elegida. Que el producto cuente con la homologación necesaria es una garantía adicional de que cumple con todos los requisitos y estándares de seguridad necesarios.

Retomando la pregunta que da título a este artículo, la respuesta puede ser complicada. Necesario, necesario, no es. Pero depende de cada uno si realmente tiene la necesidad de proteger algo valioso o no. En la mayoría de los casos, la gente no dispone de demasiadas posesiones o los enemigos de lo ajeno acechan sus vidas (aunque nadie está exento de sufrir un robo). Todo depende del valor que cada quien otorgue a sus pertenencias. Por otro lado, disponer de una caja fuerte en el domicilio no supone absolutamente nada. Tan solo la inversión inicial. En ella pueden guardarse objetos de valor personal o documentos que siempre hay que tener a mano. Independientemente de todo esto, la decisión de adquirir una caja fuerte va en función de lo que uno considere de mayor valor y lo que quiera proteger. Para muchos, lo material, no vale nada y lo que en realidad tiene valor, no se guarda en una caja fuerte.